domingo, 27 de julio de 2008

De camino a Dorada...

Domingo 7pm en el fastfood de Plaza Dorada. Era mi cita con Esmeralda una mujer de aproximadamente 32 años y a 4 meses de casarse, el motivo, era llevarle 3 opciones de invitaciones para su boda. Eran las 6:20 cuando avisé en casa que regresaba en un rato, cuando de pronto mi papá dijo -llévate el carro- y dije -no-, insistió y no pude resistir =D, a decir verdad llevo exactamente 8 meses sin andar en carro, desde que me lo robaron con servicio a domicilio, ya estoy acostrumbrada al micro y entiendase así, porque el robo fué a la puerta de mi casa. El caso es que parecía que todo estaba conjugado para ser un buen paseo rumbo a la cita con Esmeralda, tanto que recuerdo que en uno de dos altos se me olvidó a dónde iba, pues el día sin lluvia y con un hermoso sol, sin mucho tráfico, los cemáforos en verde y comiendo pastel en los altos, podría decir que hasta el camino se me hizo córto, aunque pensándolo bien ¡cómo no se me iba hacer corto si siempre ando en micro! =D. Sin gente, con un rico sol y el cielo despejado hasta se antoja manejar por más tiempo.

Llegué por fin a la plaza y solo arruinó un poco el día la incansable búsqueda de un lugar de estacionamiento, pero descubrí que sigue estando el mismo cuidador de carros, y que la gente casi no usa el estacionamiento subterráneo, todo seguía indicando que el día era casi perfecto para disfrutarlo al aire libre, o por lo menos eso trataría de hacer yo, e incluso, antes de entrar disfrute algunos segundos al sol volteándolo a ver y él pegándome a cara, cuando por fin entré a la plaza sentí el cambio de ambiente tan repentino, ahora todo era hostil,todo prefabricado con luces y aire pero eso no fué lo sorprendente, sino cuando subiendo por las escaleras eléctricas y en el tiempo en que dura la subida, fué como si una sábana resvalara deslizándose suavemente como la seda ante el cúmulo de gente que ahi se encontraba, como si todos se hubiesen organizado para estar ahí, justo a esa hora en el área de comida rápida, de 500 ó 700 personas justo ahí, frente a mis ojos bien abiertos por mi sorpresa de ¿cómo es posible que estén todos aquí y no allá afuera disfrutando del hermoso día de verano? quizá me justifico por el hecho que yo iba a negocias mis diseños y no a sentarme a comerme una hamburguesa bajo un techo frío y poco acojedor.
Solo giré hacia la derecha y caminé hacia Emeralda que ya esperaba por mí, sentí la intimidación y la sorpresa al mismo tiempo, después el enojo de desaprovechar así el día pero se me olvídó al poco rato de que opinábamos acerca de mis diseños.

No duré más de una hora en la plaza, y eso lo supe porque solo tuve que pagar tres pesos por el estacionamiento, el acuerdo con Esmeralda fué de $2,500 pesos por 100 invitaciones, y la gente, siguió en la plaza. Yo, al salir, me sentí desolada por encontrarme solo nubes grises y escazos rayos de luz, quizá la próxima vez será mejor que nos citemos en algún café de los portales del zócalo, así ya no tendré que perderme de un domíngo más de verano.

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