miércoles, 14 de septiembre de 2011

¿Por qué viajar?...


Esta carta la escribí hoy, sentada bajo la sombra de un árbol en el zócalo de la ciudad.
No sé lo que me deparan los siguientes 365 días después de esta media hora, tampoco
quiero decirles todo porque dicen que sino se sala, sólo sé
que que al escribirla, me he dado cuenta que he vivido cosas maravillosas en cada lugar
que he pisado y hoy nuevamente quiero abrir la maleta y volar a alguna parte...
Estoy segura que alguien entenderá mis palabras, alguien tendrá las mismas sensaciones
y si es así, me dará mucho gusto compartirlas con ustedes. :) 
¡¡Saludos!!

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¿Por qué viajar?...
Desde niña, crecí oyendo de cómo eran los lugares, los pueblitos y aquellas rancherías donde el ambiente huele
a ocote, mi papá, siempre comentaba de ello porque se la pasaba viajando por su trabajo, aunque... mi abuelo no se queda atrás, de oficio trailero, siempre llegaba con una nueva historia que contar, conoció casi toda la república, muchos pueblitos y era inevitable que no llegara a contarnos de ellos...  
Seguí creciendo y las posibilidades de poder viajar para mí eran nulas.  Cuando al fín pudimos hacerlo en familia,
lo más lejos que llegamos fué a Veracrúz y se convirtió en el único destino familiar.  Después, cuando iba en la
preparatoria pude viajar con los viajes escolares, conocí Chiapas, Tabasco y San Miguel de Allende.  Un día, cuando la situación
económica mejoró tuve la oportunidad de ir a Montreal, a visitar a mi hermana que estaba de intercambio en Canadá,pero sólo fué por dos semanas que... ¡me supieron a gloria!,  desde allí, pareció que cambió mi perspectiva, otro idioma, otra tierra, y otra gente que me resultaba nueva ante mi mirada.  Yo, en aquel entonces no hablaba nada de inglés y menos francés y el día de mi regreso a México casi me deja el avión por no hablarlo, pues me habían cambiado el vuelo.  Eso fué en aquel entonces una determinante para motivarme y aprender el idioma inglés.

Durante todo ese tiempo crecí, estudié y me dediqué a ello, después, vino la universidad y el trabajo simultáneamente, y aunque intenté hacer un intercambio en la universidad no me era posible, pues no podía solventarlo económicamente, así que durante ese tiempo siempre todo fué tranquilo, claro que de vez encuando me salía a divertir los sábados, pero ahora, con el tiempo he confirmado que prefiero la quietud, la calma, a véces a manera de broma digo que estoy "chapada a la antigua" , pero disfruto más del café caliente a la luz de la ventana, también aprendí a amar las puestas de sol y tan sólo con contemplarlas me hacen el día.  Así que con esta referencía mía no resulté ser la noviera de la casa, pero un día y sin pensarlo conocí a un vikingo, un hombre proveniente de tierras frías y de costumbres diferentes. Y así, sin sentir el tiempo, un día cuando menos lo imaginé ya aterrizaba el avión en un tierra alejada a la mía, Noruega.

Toda mi concepción de vida y de costumbres se reajustó, mi manera de pensar, de hablar, de comprender y sobre todo "de abrirse a la vida" fué lo que me dejó el estar allá.  Nuevos sabores para mi paladar, nuevos sonidos y mis ojos siempre bien abiertos para no perder detalle y disfrutar todo lo que veía.  Aprendí a revalorar lo que siempre tuve y abrir más mi corazón para lo nuevo en mi vida.

Cada lugar es especial, la sierra, la costa, las ciudades monumentales o simplemente una campiñita apartada de la ciudad, en todos lados aprendes algo nuevo y sientes algo nuevo, en todas, tu corazón recoge un cachito de tierra y te lo llevas para siempre con el simple hecho de haber pisado esa tierra...

Ahora España... se puede convertir en un hermoso sueño y Mallorca sería su nombre.  Cuando era niña, crecí en un  colegio católico, el Instituto Iberia, durante años, todos los días porté con orgullo tres franjas roja, amarilla-roja, durante 12 años todos los días me vestí con estos colores, así que sería inevitable no identificarme con ellos, el padre Alfonso siempre hablaba de España añorando estar allá, por eso los colores y el nombre cuando fundó la institución y así, una vez más crecí escuchando historias de viajes interminables por toda España, pero sólo podía imaginarlos  en mi
mente.

También recuerdo la primera vez que escuché el nombre de Mallorca, mi maestra de segundo de primaria designó el nombre al equipo de futbol de mi salón, así que en todos los partidos gritábamos con fuerza ¡Mallorca, Mallorca! y lo sentíamos nuestro sin pensar que estuviera tan lejos.  Hoy y después de más de 20 años, revivo esos momentos...

Esta tarde y aun día de iniciar un nuevo año, hago el recuento de que uno aprende a conocerse más cuando se está lejos de casa, uno se redescubre y redescubre un nuevo entorno, todos los sentidos se reactivan, con olores, sonidos, sabores, paisajes y el calor de la mano de un nuevo amigo.  El corazón se abre despacito a la espectativa y palpita más rápido.
Por eso y más, empacar un equipaje ligero es lo ideal, así siempre queda espacio para que al regreso, uno guarde las enseñanzas, todas las puestas de sol, todos los bellos momentos, pero sobre todo, todos los nuevos amigos que se quedan contigo y viajan en el más bello destino como ser humano... "LA VIDA".

 

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