CUANDO LOS EXPRETENDIENTES SE CASAN...

Pepe, es el cuarto pretendiente que se me casa y lo confiezo. me siento con ganas de tomar un tequila...
¿Alguien me quiere acompañar?

Ayer, después de meses y de sorpechar, él mismo me lo confirmó. Hoy recapitulé por qué decidí en su momento no comprometerme con ninguno de ellos, sin embargo el ego se me hizo chiquito cuando él me lo confirmó, su futura esposa se llama Samantha y sé que él será un buen esposo y un excelente padre, vivirán cerca del mar, en los viñedos que él acaba de comprar.  Me imaginé por un momento en el lugar de Samantha y me agradó lo que ví, sin embargo, instantes después reaccioné que mis deciciones pasadas habían sido con plena convicción de mis sentimientos y siguen siendo los mismos que me hacen mantener mi postura.
Opté por no comprometerme cosa que hoy dudé y me cuestioné, pero aquí, en cama, antes de dormir y con el alma estirada para tomar su lugar, me digo a mí misma que sé que hice lo correcto en su momento. Les deseo buenas mañanas y bebés sanos a Pépe y Samantha, a mí... a mí me deseo reencontrar la emoción de dar un beso, sentir esos brazos cálidos que me han cubierto por la mañana cuando estamos juntos, cuando ese océano gigante se achica para cruzarlo y conjugar nuestros idiomas en uno diferente al nuestro, a mí, me deseo la satisfacción no sólo de tener mi propia casa, de enseñar y seguir diseñando, sino de vivir en comunión con mis convicciones, de compartirlas con ese hombre rubio de naríz alargada y de cabellos largos, deseo para mí abrazar y sentir su olor en nuestro reencuentro, he olvidado el miedo al tiempo y a la distancia, no me pesa, al contrario, me hace desear sentir su cuerpo junto al mío, me hace valorar mis acciones y esperar con alegría el momento de volver a estar juntos aunque aún no sé la fecha ni la hora y Pepe... Pepe ya se me había olvidado...