domingo, 10 de julio de 2011

RENACER

Hace  unos meses todo nos cambió. El cambio de casa, cerrar mi taller, acomodarnos en una casa muy pequeña, vivir entre cajas, comer en mesa de niños y vivir entre visitas.  Ha sido muy desgastante. Lágrimas, rezos, mentadas y muchos cansancios de días interminables han marcado para mí este año en particular.
Ahora, esta mañana de domíngo donde acostumbro ir al mercado con mi mamá y desayunar una torta de tamal con champurrado, decidió mi papá ir y acompañarla. Amo el mercado dominguero pero hoy, pareciera que renazco, mi cuerpo, mis piernas cansadas me agradecen el estar ahora en la cama con la tranquilidad que está retomando mi vida.  Tenía meses que no sentía esta quietud de un instante sóla en casa, tanto movimiento, gente y ruido durante muchos días y semanas eleva mi neurosis, pero hoy, al menos hoy, esta mañana estoy sóla y lo disfruto enormemente.
Amo este clima que me inspira, que me hace disfrutar mi compañía, que me moja y me bencide con su agua.
Hoy no hay diagnóstico, así que disfrutaré de la última copa de vino que seguro por muchos meses me negarán los doctores, hoy no quiero saber de mi mundo de asfalto, de la apariencia y de las zapatillas altas que tanto me gustan.  Hoy sólo soy yo y yo otra vez. Hoy sólo existo para mí y mi cuerpo, porque mañana empezaré una nueva batalla...